Casi todos conocemos al gran campeón olímpico Eric Liddell, protagonista de la estupenda película Carros de fuego, premiada con un Óscar. Eric dedicó su vida a inculcar los principios cristianos y a servir a los jóvenes hasta su muerte. Dio pruebas de gran abnegación y valor auxiliando a las víctimas de China, invadida por las tropas japonesas. Sacrificó su salud, su bienestar, su familia, y su reputación al servicio de los demás y del Evangelio de Jesucristo.